Carta a los policías franceses
Carta a los policías que están reprimiendo
una pequeña manifestación de apoyo a Gaza
en la Plaza de la Bastilla, en París (9 de agosto 2025)

Una manifestante tenía un megáfono y decía cosas que no logré comprender, ya que mi francés megafónico aún no es demasiado bueno. Pero me hizo pensar en lo que pienso siempre cuando veo a alguien haciendo algo que considero importante o bueno. ¿Cómo lo haría yo? O, mejor dicho: ¿por qué yo no lo estoy haciendo? Debería, me dice alguien en mi cerebro. Quiero hacerlo yo, me dice mi ego en mi cabeza. ( eso siempre y cuando la persona no lo haga muy bien. Por ejemplo, si veo a Rufián en el Congreso, no pienso que debería hacerlo yo. Creo que lo hace mil veces mejor de lo que yo lo haría. Desde luego, no me disgustaría darle alguna idea que considere genial e irrebatible. Pero me aguanto, porque Rufián es la excelencia hecha persona política.
Comprenderéis que, entonces, dentro de mí comienzan a escribirse los textos que yo habría dicho en mi macarrónico francés a esos policías. Algunos de ellos, inmensos, con aspecto de luchadores asesinos vikingos, otros con aspecto de oficinistas o chicas con pinta de atender una perfumería. Ello no impedía que, ante una orden no muy clara, todos comenzaran a ponerse guantes, usar un tapabocas estilo invierno, sacaran la porra de su estuche y miraran nerviosamente a su alrededor, como para tener una idea de quién podría ser su inminente víctima. Y cuál sería la persona más útil para victimar y que hiciera perder la moral a los concentrados.
Era una concentración de apoyo a Gaza. Nohay mucha gente. Unas setenta personas en total, algunas de cierta edad (como nosotros, que pasábamos por allí pero no nos lo quisimos perder) y otras de edad incierta (también como nosotros, debo decir modestamente). Y, si alguien me hubiera dado el megáfono y me hubiera dicho: di algo a los policías, habría aceptado el reto y les habría dicho, en francés:
***
Amigos policías.
Digo amigos porque la mayor parte del tiempo os comportáis como tales, salvando a unos, ayudando a otros, y protegiendo realmente a personas, cada uno de vosotros según su estilo y conciencia. De eso no nos podemos quejar. Se puede decir que, al igual que los médicos, sois personas preparadas para salvar y proteger la vida de los ciudadanos. Os habéis preparado físicamente, habéis aprendido leyes, reglamentos, etc; habéis aprendido a tirar y luchar cuerpo a cuerpo. Sois una máquina de lucha casi perfecta.
Pero a veces… no parecéis tan amigos: Es exactamente cuando desarrolláis en toda su extensión la única virtud que se os reconoce, que se os exige y que os diferencia de otros seres humanos: LA OBEDIENCIA. Estáis entrenados para ser obedientes, incluso con desprecio de vuestra propia vida, aunque os cueste la misma vida. Sí. O sea: debéis obedecer las órdenes y no pensar. Un policía no cobra por pensar, sino por obedecer. ¿Queda claro?
Hay gente que se manifiesta para protestar porque unos fascistas de Israel, que se han autodefinido como la raza elegida y superior destinada a someter y esclavizar a todas las demás que no son «ellos», y han decidido expulsar de su tierra a otros que consideran inferiores y cuya vida no vale nada y pueden ser legalmente asesinados (así como las leyes nazis facultaban a asesinar eslavos y judíos, porque solo valían para ser esclavos de los arios nazis todopoderosos. Y si no servían, estaban mejor muertos.
Pues este horror cruelmente inhumano está pasando ante vuestros ojos que deberían estar -dada vuestra ocupación- “sedientos de justicia”: un asesinato en masa de gente que simplemente es culpable porque lleva veinticinco siglos viviendo en un lugar que los sionistas opinan que SU Dios les ha dado como regalo, y ello les permite matarlos mediante bombas, tiros, drones, francotiradores y, finalmente, matarlos de hambre, repitiendo las escenas de los campos de concentración nazis, pero aún con más sadismo y regodeo psicópata.
Ante esta gente que intenta hacer “algo” para parar esa masacre, vosotros, simplemente, “obedecéis”. “HACÉIS CUMPLIR LA LEY”. ¿LA LEY? ¿Qué ley? ¿Existe alguna ley que prohíba a la gente manifestarse por una causa justa, sentados pacíficamente en una plaza pública de París? ¿Cuál es, por favor?
Y querría que os deis cuenta de que, cuando vuestra única “habilidad” es obedecer automáticamente, tragándoos vuestro sentido de la justicia, estáis perdiendo la calidad humana que en otros momentos mostráis. Os estáis denigrando. Os estáis reduciendo a basura emocional, a ser como animales adiestrados. No sois -en esos momentos- personas dignas de ese nombre.
Sé que muchos de vosotros lo sabéis, en el fondo. Sé que no todas las crisis de conciencia que tenéis llegan al suicidio, aunque sabéis que muchas, demasiadas, sí que llegan.
En fin: No sé qué debéis hacer, cuál es la actitud que debéis tomar. Pero, desde luego, podríais organizaros para permitiros rechazar “trabajos” que os disminuyen ante vuestros ojos, los de vuestra familia o vuestros hijos y los de la comunidad entera. No sé de quién viene la orden. Pero tenéis el derecho humano de rechazarla si no creéis en ella.
Sergio Danti Mira