¿ES BUENO SER ESPONTÁNEO? (THE WALL)

La espontaneidad parece una actitud muy valorada en nuestra sociedad, especialmente entre los jóvenes (y los artistas). Tiene una vinculación casi fraternal con la Verdad o la Sinceridad.
Según el Diccionario de la RAE, es la expresión natural y fácil del pensamiento, los sentimientos, las emociones, etc Es sinónimo de involuntario, de instintivo. También dicen que la espontaneidad aparece cuando somos capaces de dejar que la autorregulación organísmica tome el control de los movimientos.
Bien. La espontaneidad, si bailamos, está asociada a la libertad de movimientos. Si estamos en un grupo en sociedad, en expresar los sentimientos (básicamente, si son positivos, porque si alguien le da una bofetada a otro, difícilmente se dirá que “es muy espontáneo”) Si alguien comienza a gritar a viva voz, emulando un síndrome de Tourette, tampoco se dirá que “es espontáneo”. O sea que nuestra espontaneidad se vincula siempre a una actitud positiva. Eso es bueno, Es bonito, en estos casos, ser espontáneo.
Pero hemos de diferenciar la espontaneidad de sus imagenes parecidas: la verdad y la sinceridad. Ser sincero o decir la verdad, implica la mayoría de las veces realizar un enorme esfuerzo psicológico y físico que no tiene nada que ver con la espontaneidad.
La espontaneidad es, entonces, un concepto malinterpretado. Se cree que significa expresar lo que surge (“Actúa dos veces antes de pensar”, diríamos, contrariando el viejo adagio) Sin filtros. Ello puede causar muchos problemas, tanto al espontáneo como a los destinatarios de dicha “espontaneidad”. Puede ocurrir en parejas, familias, padres e hijos, amigos y compañeros de trabajo.
La espontaneidad es una HERRAMIENTA DE APRENDIZAJE.
Es un trabajo profundo de aprendizaje el llegar a permitirse ser espontáneo sin espantar ni herir a los demás. Es una herramienta de autoanálisis.
Por ejemplo, en la escritura, utilizar la “escritura automática”, es decir, escribir lo que sea, sin pensarlo, para permitir la liberación, la desaparición de las barreras inconscientes para hacerlas conscientes, es útil. Es como uno debería hablar en una sesión de análisis psicológico, y correspondería al terapeuta entresacar “lo que se quiere decir”. Un actor debe parecer (y lograr ser) absolutamente espontáneo repitiendo un texto y unos sentimientos que ha reiterado cada día durante meses. O años.
Es importante entender que la espontaneidad no es “decir la verdad”, ni “decir lo que se piensa”, ni “actuar como me sale”… La espontaneidad es una técnica de autoaprendizaje, no una buena forma de acción social.
Espontaneidad y Relaciones Sociales
Aunque suene agradable, la acción con otras personas no debe ser completamente espontánea. Expresar impulsivamente una opinión puede tener consecuencias perjudiciales. Decir “espontáneamente” lo que se siente de alguien puede causar daño emocional y marcar el futuro de una relación.
Los adultos no pueden ser espontáneos con los niños, excepto en sus manifestaciones más positivas. Allí sí pueden aflojar lo que deseen, que nunca será perjudicial deben moderar sus reacciones. Pero nunca deben dejar que salga “espontáneamente”, “porque en ese momento lo he sentido” odio o sentimientos negativos hacia sus hijos o parejas o amistades o compañeros, incluso en momentos de tensión. Es crucial que analicen sus emociones antes de expresarlas, porque cuando un adulto se comunica con alguien, no es “para descargarse”, error que muchas personas cometen y que acaba dejándolas encerradas en muros de soledad social. Es para producir un efecto en el interlocutor. Y, en el caso de una persona adulta, reiteramos, un efecto consciente.
Un niño puede (debe) permitirse ser espontáneo. Y la educación se lo que va transformando su espontaneidad en comportamiento social. Durante los años centrales del siglo pasado, se consideraba la espontaneidad como un valor poderoso en sí mismo. La educación nos aplastaba la espontaniedad y ya nunca volveríamos a ser esos niños llenos de vida , transformándonos en cambio en adolescentes atontados, formateados, al estilo de lo que narraba Pink Floyd en su canción y en su película “The Wall”. Ese es el resulado de la “mala educación”. La educación en el rigor, en la rigidez, en la obediencia, en la supresión de los impulsos vitales, destinada a fabricar soldados y obreros, lo más eficientes posibles y dóciles a la voz del amo.
No debe ser así en absoluto. Quede eso siempre claro. La educación significa afinar la espontaneidad. Pasarla por el filtro constante de la empatía y la inteligencia para que el cuerpo pueda expresarse lo más libremente que pueda, adaptándose a unas mínimas normas de convivencia.
En todas las interacciones, la espontaneidad debería pasar por un filtro que integre la educación, el conocimiento y los propios sentimientos.
