Saltarse un paso: infantilismo antifascista
«AL FASCISMO NO SE LO COMBATE. SE LO DESTRUYE!» Así grita un muro de Barcelona… No es la primera vez en la historia en que nos encontramos con este punto tan crucial, tan doloroso y tan difícil de hacer comprender.
Lo he vivido en América Latina, cuando las revoluciones guevaristas y cristianas acabaron ahogadas en sangre (más de cien mil muertos en toda América Latina) por las fuerzas combinadas del Ejército de los USA y de los respectivos y entusiastas asesinadores de cada país.
En la Guerra de España (algunos le llaman civil, pese a que lucharon tres ejércitos nazis contra una República de Maestros) muchos se dejaron devorar por este monstruo ansioso que estropea las revoluciones: el que exige ¡Ya!. El que se salta un paso.